Pilar Feijoo

En la universidad aprendí la diferencia entre conocimiento e ilusión. Apuesto por la racionalidad, no me gustan los dogmas, sé lo que es investigar y conozco el método científico. Lo que más me gusta de la ciencia, es que busca evidencias y se basa en comprobaciones, y que fundamenta su avance en la creatividad y el ingenio. El materialismo científico, que niega la exploración de lo espiritual no me parece ciencia. Afortunadamente la ciencia de los sistemas, la mecánica cuántica y los estudios científicos sobre la conciencia están de absoluta actualidad y son maravillosos.

Lo digo porque a medida que mi cuerpo efímero envejece, y mi biografía deja de ser importante para mí, la captación de lo eterno aumenta. Experimento de forma sutil pero permanente que mi ser no se limita al cuerpo que habito. Ésa es la manera en la que miro a las demás personas: como seres inabarcables en permanente evolución hacia el amor de verdad, sean conscientes de ello o ni siquiera se lo planteen.

Realicé los cursos de doctorado y obtuve la suficiencia investigadora con un proyecto de investigación sobre la ansiedad de muerte en la infancia y la manera en que puede abordarse desde la educación y el acompañamiento de los adultos. Ahora se ha avanzado mucho, se investiga mucho, pero entonces era un tabú.

Sé, porque me viví consciente y sin dolor en un grave accidente de coche, que ante la muerte inminente la conciencia abandona el cuerpo. Por eso sé que morir no duele, porque antes se sale del cuerpo, de tal modo que nadie experimenta su propia muerte. También me transformó una vivencia completamente subjetiva, un par de días después de la muerte de mi madre, la vi en sueños y me dijo:

Hija, el paso es comodísimo

Desperté con lágrimas de alivio y agradecimiento.

Para mi alegría, cada vez hay más investigadores en el campo de la clínica hospitalaria que informan de que según sus estudios la conciencia no está en el cerebro y que tal vez sea eterna (Peter Fenwick, Pin Van Lommel, Gaona, Enric Benito y tantos otros).

En el accidente de coche, no fui a ningún lugar ni vi nada ni hablé con nadie, pero supe que todo estaba bien y que no había por qué preocuparse. Una sola experiencia me bastó y me llenó de profunda alegría. El miedo a la muerte está detrás de muchos síntomas ansiosos, del afán de controlar y poseer y del gusto por la banalidad. Transcender el temor a la muerte es base de salud y bienestar. Esto da sentido a mi trabajo con clientes.

Aunque es un regalo trabajar con personas adultas, la infancia y la juventud me interesan cada vez más. Debe ser que me estoy volviendo abuela. Puedo captar su sed de estar bien, de mirar con esperanza y su lealtad a sus mayores a pesar de todo. Utilizo con ellos la caja de arena (Sandplay Therapy) y admiro la sabiduría que emana de sus manos y explicaciones. La mirada de un chico o una chica que se asombra de sentirse mejor y se alegra, es oro molido.

Mi trayectoria profesional comenzó en el contexto organizacional, impartiendo formación para la humanización de las relaciones en el trabajo. Al mismo tiempo, me capacité para el acompañamiento psicoterapéutico. Hoy me muevo en los dos contextos. Los dos me importan y me aportan.

Me gusta mi trabajo y valoro formar parte del equipo multidisciplinar de EZRA. Está en Bilbao, en la calle Iruña 1, muy cerquita del metro de Deusto.

Pilar Feijoo